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Durante una semana del curso escolar, el colegio Itálica de Sevilla se llena de puestos, juegos, cuentacuentos y multitud de actividades. Si tienes la suerte de visitar el centro durante esos días —este año fue a mediados de abril, tras la Semana Santa—, seguramente te sorprenda ver a casi todos los alumnos disfrutando de una piruleta, que además trae un mensaje consigo. Todo tiene un porqué: se trata de las Jornadas de solidaridad que el colegio celebra cada año a favor de la causa de un país —Guatemala, Congo, India— promovida por la ONG InteRed, de la Institución Teresiana.

Este año los países por los que todo el centro se moviliza para recaudar fondos son Haití y República Dominicana, donde los colores de sus respectivas banderas, azul y blanco, que en este caso coinciden, se ven por todos los rincones de sus instalaciones. Llevan más de una década celebrando estas jornadas y cada año, tanto docentes como alumnos, lo hacen con la misma ilusión y alegría.
 
Así lo corrobora Andrés Araque, profesor de Lengua y Literatura y uno de los encargados de poner en marcha estas jornadas que “conllevan un gran esfuerzo por parte de todos y comienzan a prepararse desde enero”. No en vano, hay que organizar tanto la jornada de inauguración —que consistió en la elaboración de una biblioteca simbólica con tomos en los que los cursos plasmaron un título relacionado con el tipo de educación es que necesaria en los países elegidos, y que se celebró de manera conjunta en el patio—, así como todos los puestos de venta, talleres y actividades que poblarán el colegio esos días y, por supuesto, la jornada de clausura, que consisten en una olimpiada que, lamentablemente, este año no se pudo celebrar a causa de la lluvia.
 
Pero los elementos no impiden que, por ejemplo, los alumnos de 1º de Bachillerato, los más activos en estas Jornadas de la solidaridad, monten sus puestecillos en los que ofrecen desayuno por un módico precio, encargándose de que todo lo recaudado llegue a la ONG de forma íntegra. Tampoco dejan pasar la oportunidad de realizar actividades para sus compañeros de cursos inferiores, donde por ejemplo los chicos del Bachillerato de artes organizaron un taller de cuentacuentos en los que solo por un euro era posible apuntarse, obteniendo una gran respuesta. También fueron muy populares los sorteos de juegos de mesa y de dos balones firmados por los jugadores del Betis y del Sevilla que hicieron las delicias de los más futboleros.
 
Si nos asomamos al patio, no será extraño ver a los alumnos de Primaria disfrutando de los juegos cooperativos, como puede ser el de las sillas, adaptado para fomentar el compañerismo y la cooperación, una vuelta de tuerca a los juegos tradicionales. Pero, sin duda, estas Jornadas de la solidaridad tienen un buque insignia: las piruletas mensajeras. En el colegio Itálica este caramelo tiene una particularidad muy especial, y es que los alumnos se las envían unos a otros, de forma que este caramelo sirve para declarar una sólida amistad al igual que, estamos seguros, habrá servido para declarar el amor de más de uno hacia su compañero o compañera. La pasión por estas piruletas mensajeras habla por sí misma: en solo cuatro días se llegaron a vender más de 800.
 
No obstante, las piruletas son un medio para lo importante: recaudar dinero para ayudar a los que más lo necesitan. Y para que todos los alumnos lo tengan claro, tal y como explica Roberto Araque “se les da un contexto, los días previos a las jornadas, para que sepan por qué se está ayudando a ese país en esa causa concreta”. Para ello, el departamento de Pastoral del centro y las tutorías son los principales encargados de contextualizar y explicar las condiciones del país elegido y las necesidades a las que se enfrenta su población, siguiendo las unidades didácticas que envía la ONG InteRed.
 
Los profesores, por supuesto, también ponen su granito de arena para que estas Jornadas de la solidaridad sean un éxito, no solo con su implicación personal, sino utilizando sus clases, en la medida de lo posible, para que los chicos puedan avanzar en otras materias y adelantar tareas para tener más tiempo durante la semana en que se desarrollan las jornadas de la solidaridad.
 
Por último, no se puede olvidar la implicación de los padres. Tradicionalmente, estos acudían una tarde a la merienda solidaria, donde había puestos, tómbolas y actividades pensadas para ellos. Por desgracia, la pandemia no ha permitido que la merienda tuviera lugar este año. Estamos seguros de que el año que viene, sea cual sea la causa, allí estarán.